«Si de verdad tuviera poderes, podría apagar el dolor igual que puedo cerrar los ojos. Pero no. Lo siento. La piel no se vuelve más gruesa. Todo lo contrario: recuerda».
Todo el mundo conoce a Adam Blake: es el chico más amable y sonriente del instituto, ese un poco torpe con tanto carisma que cualquiera pasa por alto sus despistes. A Julian, en cambio, no lo conoce nadie… Excepto Adam Blake. Hace años fueron hermanos adoptivos durante un breve periodo de tiempo, hasta que un familiar reclamó su custodia.
Cuando se reencuentran, Adam se entusiasma. Julian sigue siendo el mismo de siempre: generoso, algo callado, aficionado a escribir historias y leer libros infantiles. Pero también revela otros aspectos que ignoraba, como una actitud huidiza y el rechazo a hablar de cómo son las cosas en su nuevo hogar. Porque hasta la persona más invisible puede ocultarse tras un velo de secretos y, si uno está dispuesto a descubrirlos, «hay muchas formas de ayudar a los demás, Adam».
«Lo que sé se queda dentro de mi cabeza cuando me pongo en pie al final del día y regreso a mi habitación para escribir mi lista de jaulas».