Copérnico y Kepler son dos personalidades muy distintas unidas por la época turbulenta en que les tocó vivir y por la empresa titánica a la que ambos se enfrentaron. Frío, distante, parco y desconocido el primero; extrovertido, próximo y prolífico el otro; sus vidas y sus historias, su época y sus obras ofrecen una visión humanizada de la ciencia, la traen al plano de la actividad cotidiana y permiten verla como una producción cultural e histórica.
Sólo si nos acercamos de este modo a la ciencia, comprenderemos que los científicos, mucho más que agentes ciegos de un destino, instrumentos impersonales de un progreso necesario, son creadores de nuevas visiones del mundo que nos rodea y, por tanto, protagonistas de la historia global y de la cultura humana.