El proceso de globalización que implica una internacionalización de las prácticas comerciales está acompañado por un fenómeno que ahora se percibe en toda su magnitud: el de la corrupción. Los efectos de la corrupción se difunden por todo el planeta, aunque no en todos los lugares con la misma virulencia y con idénticas consecuencias. Para algunas de las partes involucradas, la corrupción tiene devastadores efectos, para otras, en cambio, sus efectos son manifiestamente benéficos. Las empresas que operan en ámbitos transnacionales inmersas en el mercado global no dudan en dedicarse a actividades corruptas como una forma de eliminar a sus competidores y obtener así una parcela de beneficios que, de otra manera, les sería vedada. La corrupción como arma mercantil se convierte de ese modo en una cuestión de toma de decisión racional que es adoptada, planeada y ejecutada por empresarios con la complicidad de funcionarios públicos. Ello hace que las medidas legales vigentes para luchar contra la corrupción sean ineficaces. Si la corrupción ha acompañado desde siempre al comercio internacional, su globalización hace que sus proporciones puedan incrementarse aún más en el siglo xxi. Este libro ofrece un análisis crítico y detallado de las relaciones entre el proceso de globalización, el comercio internacional y la corrupción